Aeropuerto La Habana. ( Imagen Youtube)
CUBANOS DAN SENSACION DE OPULENCIA DENTRO DE LA MISERIA QUE VIVEN PARA ESCAPAR DE LA ISLA:
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LA HABANA, Cuba.- Cuando el consulado de México en La Habana le pidió a Iroslán el estado de sus cuentas durante los últimos seis meses, el joven pudo demostrar que poseía más de dos mil dólares en el Banco, así como un inmueble como propiedad, con lo cual tuvo mayores posibilidades de aplicar para un visado.
Sin embargo, Iroslán apenas contaba con el dinero para el pasaje y alguna que otra “reservita” para enfrentar sus primeros días en el extranjero.
Al igual que él, otros dos amigos de escasos recursos financieros también obtuvieron la visa mexicana después de demostrar que eran “económicamente solventes”, tal como revelaron los documentos que presentaron al cónsul, resultado más bien de un truco que les costó meses de una rutina súper disciplinada.
Según cuenta el joven, los tres amigos se pusieron de acuerdo para, con una única cantidad mínima de dinero reunida entre todos (2 mil CUC, el equivalente a igual cantidad en dólares), lograr abrir tres cuentas individuales entre las que rotarían la misma suma.
“En la embajada te piden el estado de cuenta de los últimos seis meses y el banco lo que hace es entregarte un documento donde aparece qué cantidad había en la cuenta en días específicos, los que tú pidas, por ejemplo, los días 12 de cada mes (…), los mexicanos lo único que tienen que ver es que hay más de mil setecientos dólares y un ligero incremento o variación durante esos seis meses. Qué hicimos nosotros, durante casi un año rotamos el mismo dinero por las cuentas de cada uno, sin cerrarlas (…), íbamos al banco el día que le tocaba a cada uno y extraíamos o depositábamos pero eran los mismos 2 mil pesos (CUC) los que pasaban de una cuenta a otra”, explica Iroslán.
Aunque a veces la necesidad más que la tentación los movía a abandonar la estrategia para usar el dinero en cuestiones del hogar, los tres amigos persistieron hasta alcanzar sus objetivos de obtener los visados, con los cuales sus opciones de desarrollo personal se vieron multiplicadas al instante.
Su jugada de sacrificios valió la pena, pero tampoco fue una táctica excepcional. Ellos no la inventaron, tan solo la pusieron en práctica tal como vieron hacer a otros amigos de la universidad que incluso habían hecho grupos de cinco, seis y hasta diez individuos, de modo que el aporte a la suma general fuese mucho más soportable en las economías familiares de cada uno, en un país donde un dólar suele ser mucho más que el promedio de ingreso diario de cualquier hogar de trabajadores estatales.
Marlén, una joven recién graduada de Historia del Arte que se unió a una cadena similar a la de Iroslán, afirma que aportar los 370 dólares al grupo de seis amigos les costó a ella y a sus padres grandes sacrificios.
“Son los ahorros de mi mamá que también vendió el juego de sala (…), es un dinero que uno está viendo ahí con mil necesidades pero sabes que no lo puedes tocar. Al final lo recuperas cuando te dan la visa pero eso es solo una parte porque también tienes que pagarle al abogado para que pase la propiedad de la casa a tu nombre con carácter retroactivo (…) para que parezca que es tuya desde hace tiempo (…), todavía falta pagar el turno en la embajada que está entre los 200 y hasta 400 dólares conseguirlo porque nunca hay (…) pero si no lo haces es peor, aquí no hay opciones ni siquiera para alguien que se graduó (…), desgraciadamente hay que irse”, explica Marlén.
Graduado de Lengua Inglesa, Efrén, otro joven que participa en la misma cadena que Marlén, dice haber obtenido el dinero de diversos modos, algunos sobre los cuales, según sus propias palabras, “es mejor ni hablar”:
“Yo sí no tengo papá ni mamá que me puedan ayudar. He tenido que sacar el dinero a pulmón y todavía me falta el dinero para la visa y el turno, pero en última instancia me voy para el malecón y lo saco, no importa lo que tenga que hacer pero yo lo saco (…), el problema de las cadenas es esa, que si falla uno, es candela, cualquiera puede irse con todo el dinero (…), yo me he enterado de gente que se ha ido y ha dejado embarcados a todos o gente que ha pedido el dinero prestado y después no ha podido pagar, en mi facultad hubo un chiquito al que le dieron tremenda paliza (…), pero bueno, hasta ahora todo ha ido bien, también somos amigos todos, creo que no habrá problemas, hay que cruzar los dedos”, comenta Efrén.
Las constantes e inmensas filas frente a consulados como el de México, Panamá, Ecuador, España, Italia, entre muchos otros, pudieran proyectar una falsa imagen de prosperidad o solvencia económica en la población cubana que se disuelve de inmediato cuando se escucha sobre las peripecias que deben realizar muchos de los solicitantes.
Personas que deben acudir a prestamistas o garroteros, familias que han empeñado casas, autos, joyas heredadas y hasta jóvenes que han debido alquilar sus cuerpos para alcanzar en poco tiempo la suma necesaria para ser clasificados como “solventes”, un término que para algunos, sobre todo al interior de los consulados, pudiera definir una “clase social emergente” pero que, proyectado sobre el verdadero contexto económico, da cuenta de las proporciones de una crisis económica, política y social.
(Con informacion de la web: Cubanet.org )
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